Cómo repartir de manera justa las aguas para el riego de la huerta de Murcia ha sido a lo largo de la historia un asunto crucial para esa zona que ha generado importantes disputas y demandas que no se resuelven en la justicia ordinaria, sino por un tribunal consuetudinario, cuyas normas parten de la tradición: el Consejo de Hombres Buenos.
La Universidad de Murcia ha acogido este jueves una de las sesiones ordinarias de esta particular institución, cuyos "jueces" son agricultores de la zona, y que tiene su origen en la edad media.
En esta ocasión, ha estado presidido por Diego Frutos; Juan Jesús Sánchez ha ejercido como secretario, y han estado presentes, además del concejal de Cultura, Jesús Pachecho, el Juez de Aguas de la Parte Alta de Corombo (Perú), Pedro César Zúñiga, y el síndico de la Acequia de Quart (Valencia), Onofre Cubells.
Esa acequia está bajo la jurisdicción del Tribunal de las Aguas de Valencia, con funciones similares al Consejo de Hombres Buenos, y ambas instituciones están declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, como también lo está el Sistema Tradicional de Jueces de Agua de Corombo, que tiene su origen en el periodo pre-incaico.
Aunque los juicios (denominados "juntamentos") del Consejo de Hombres Buenos son públicos, las deliberaciones de sus miembros (cinco vocales y cinco procuradores suplentes) son secretas, y sus decisiones son obligatorias y vinculantes.
Desde mediados del siglo XIX, sus sentencias se basan en las Ordenanzas para el Régimen y el Buen Gobierno de la Huerta de Murcia (1849) y las Ordenanzas y Costumbres de la Huerta de Murcia (1889), que otorgaron carácter legal a sus decisiones y son la base de su corpus jurídico.