El comportamiento de las empresas españolas dedicadas a la fabricación de bebidas fue mejor en 2021 que el de la industria de los alimentos, tras haber superado lo peor de la pandemia.
Así se desprende de los datos del último informe del Observatorio de Cajamar sobre el sector agroalimentario español en el contexto europeo.
Su director, Joaquín Maudos, ha explicado a Efeagro que, una vez pasada la fase más crítica de la covid, se observa una recuperación del tejido empresarial de la industria agroalimentaria de los países de la Unión Europea (UE), en especial en la fabricación de bebidas.
La sexta edición del Observatorio muestra que, del total de las empresas de la industria alimentaria española, el 83 "Si bien en España persiste la pérdida de empresas en la industria agroalimentaria, esta caída del 0,2 % (55 empresas menos) está lejos de la registrada en 2020 (-1,3 %, con 402 empresas menos)", ha apuntado el también catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia y director adjunto del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie).
Maudos ha resaltado que detrás de este mejor comportamiento está el crecimiento del 0,6 % de las empresas dedicadas a la fabricación de bebidas (28 empresas), un sector que venía de una destrucción de su tejido productivo del 6,6 % en 2020.
En cambio, la industria de los alimentos perdió entonces 83 empresas, lo que supone una caída del 0,3 %, según el experto, que ha precisado que España fue uno de los seis países europeos en los que descendió el número de empresas en la industria alimentaria en general.
En su último informe económico, la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) afirma que la dinámica del sector logró mantenerse en 2022 por encima de las 30.000 empresas (30.159), el 0,3 % menos que en 2021.
De ellas, 29.057 compañías tenían hasta 49 asalariados, 801 entre 50 y 199 asalariados, 252 de 200 a 999 asalariados y 49 más de 1.000 asalariados.
Las pequeñas empresas fueron las que más acusaron la crisis, ya que más de 150 pequeñas empresas de menos de 50 asalariados desaparecieron al no poder seguir produciendo con los costes que tuvieron que afrontar en 2022.
En contraste, las empresas de mayor tamaño avanzaron el 11,4 %, en línea con la tendencia de mejora de la dimensión del sector para acabar con la alta atomización de la industria, según FIAB.
Sobre los retos futuros, Maudos ha alertado del reducido nivel de capitalización de las empresas agroalimentarias, del déficit de inversión en investigación y desarrollo, del retraso en la incorporación de la digitalización y de la exposición a los riesgos del cambio climático.
